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Thursday, 21 September 2017

Huracán Tropical


Por Stanley Collymore

Los vientos de fuerza de los vendavales desencadenan deliberadamente en una juerga conscientemente ejercida y malévola y como una consecuencia directa de esta coacción despreciable y maliciosamente motivada y un pernicioso jamboree que dan lugar con desdén y violencia a los mares fuertemente azotados por el viento que con bastante avidez, prodigiosidad y predeciblemente en estos orquestadas y, por lo tanto, manifiestamente conspiratorias, sin vacilación, viciosas y más bien calculadoras y destructivas, recurren colectivamente a la proyectada y copiosa generación de una gran variedad de enormes ondas y excepcionalmente traicioneras corrientes marinas compuestas a su vez por lluvias torrenciales y acompañadas del rápido la incursión de peligrosas inundaciones continentales que, de manera rápida y marcadamente inescapable, se suman a la intensa y deliberadamente generada atmósfera de la confusión cívica explotada intencionalmente y con sangre fría que abarcan conjuntamente sólo una fracción de partes, pero al mismo tiempo un reconocimiento concluyente la realización del ambiente hostil general y la experiencia espantosamente inquietante resignadamente denunciado como oficialmente también clasificado como un huracán tropical.

Un acontecimiento a cuya misericordia subjetiva están más específicamente designados los que están específicamente designados o son más probables de ser las víctimas aleatorias y desafortunadas de esta despreocupada y aparentemente premeditada despreocupación, sin importar cuán juiciosa o racionalmente preparada estuvieran por su eventual venida y eventualidad final.

Por igual e inevitablemente atrapados en este acoso incesante de la bestia natural y depredadora, aunque no sorprendentemente, y por lo tanto expectante, todos sabían con anticipación que venía, la onerosa responsabilidad confiada a los gobiernos nacionales ya sus respectivas autoridades cívicas a pesar de las asombrosas innovaciones tecnológicas del hombre, los sistemas de alerta temprana y las comunicaciones de advertencia empleadas industriosamente, por toda su utilidad observable, siguen siendo completamente impotentes en el aprovechamiento constructivo para el bien general de todos los afectados o inclinados a preocuparse por la comunidad o el país, la energía desatada de todo huracán que se avecina , mucho menos para reunir la capacidad de desterrar jamás la presencia de cualquier huracán sin reservas.

Los huracanes son predecibles; puede ser destructivo incluso hasta el punto de ser devastador así, y generalmente inevitable en sus ocurrencias. También son eventos atmosféricos que se presentan periódicamente y con diferentes niveles de intensidad en la vida de la mayoría de la gente del Caribe.

Pero al mismo tiempo, estos huracanes tropicales pueden, al mismo tiempo, con o sin su impresionante despliegue de poder crudo, notable y desenfrenado, ser una demostración verdaderamente espectacular y majestuosa de la influencia discerniblemente tremenda que estos impresionantes incondicionales y los agentes de la naturaleza tienen, no sólo en nuestro medio ambiente, pero significativamente la humanidad también.

Y a pesar de que su presencia puede ser a veces algo mortal y también traumáticamente rompiante para algunos, un mundo completamente desprovisto de todos los huracanes, en mi opinión - y personalmente he sido testigo de varios de ellos de primera mano y de entrada como dicen en el Caribe - ser una disminución terrible de la naturaleza bien equilibrada de la coreografía de catástrofes desafiantes en contra, así como en el proceso de destacar, sus muchas extraordinarias bendiciones medioambientales.

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